"Erick": experiencia colectiva.

Hace un par de años hicimos una hermosa experiencia en Facebook: un relato colectivo. 
Lo más impresionante es que, pese a haber sido construido ente muchas personas (todas diferentes y de varios países), tiene una calidad y una belleza que van de lo emocionante a lo mágico. Creo firmemente que cuando las personas interactuamos pensando en construir de manera desinteresada, unidas por lo belleza de la palabras que construyen mundos, somos capaces de hacerArte y Literatura en su estado más puro.

Les dejo acá esta maravilla de relato: espero que lo disfruten.
Un fuerte abrazo,
Andrea

“Erick” 
(Relato colectivo. Experiencia Facebook).
16 DE NOVIEMBRE DE 2018
(𝒞𝓊𝒶𝒹𝓇ℴ 𝒹ℯ 𝒜𝓁ℯ𝓍 𝒮𝒸𝒽𝓂𝒾𝒹𝓉. 𝒯ℴ𝒹ℴ𝓈 𝓁ℴ𝓈 𝒹ℯ𝓇ℯ𝒸𝒽ℴ𝓈 𝓇ℯ𝓈ℯ𝓇𝓋𝒶𝒹ℴ𝓈).

Érase una vez un hermoso ocaso frente al mar. Leila no podía dejar de contemplar aquel lienzo de colores que la envolvía cual bóveda de luz y oscuridad mezcladas. Sus ojos abiertos de par en par, el olor a sal bañando su cara, su mente colmada de reminiscencias de aquel tiempo...
No podía olvidar aquella mirada... La luna le recordaba aquellos ojos, y en la brisa le parecía oír su voz.
Todo estaba tranquilo a su alrededor, aunque no imaginaba que a su espalda alguien la contemplaba.
De repente...
El corazón le dio un vuelco... No es que hubiera visto algo, ni que lo hubiera oído en realidad. Pero la presencia era demasiado fuerte. Era él, intuía que su amor había ido a buscarla. Lo presentía, su piel se emocionaba y su corazón latía de amor...
Pero, ¿cómo podría ser él? No. No podía... Un año atrás, la muerte se lo había arrebatado. Con él se habían ido su juventud y sus ganas de amar. ¿Sería un sueño? ¿Un deseo? ¿O a ella también le había tocado la hora de caer en los brazos de la muerte? Ojalá fuese aquella última opción que su pensamiento le indicaba. Pero no, era la que más dolería: verlo y no poder tocarlo. Ya lo había sentido otras veces, pero no de forma tan tangible como ahora. Incluso podía oír su respiración confundida con la brisa, sentir el calor de su aliento en el cogote. Los poros de su piel se alzaron; hubiera querido levantarse, pero sus piernas eran pura gelatina... Se atrevió a pronunciar su nombre...
—Erick…
¿O sí? ¿O sí podría tocarlo quebrando el velo de la muerte?
Repitió temerosa pero ansiosa:
—¡Erick! ¿Erick? —preguntaba ahora, esperando contestación—. ¿Eres tú?
—No, no soy ese tal Erick, soy quien vino a quitarte la vida por todo el daño que me hiciste... Te daré la ventaja: me gustaría verte correr.
Y entonces, corrió, y corrió pensando si aquello era tecnología alienígena o una mala digestión. Se rio en medio del desastre. Se tomó el vientre: los nervios punzaban como mil demonios. ¿Qué haría? No podía huir. Y tomó la decisión que cambiaría su vida para siempre: por primera vez, pidió perdón.
Aquello no podía ser verdad. No podía estar muriendo. Los dolores iban en aumento y entonces recordó lo que había comido: vainillas con puré de manzana, exquisito, pero si se exageraba... Volvió a reír. Quiso tomar un medicamento, lo buscó en su bolso, pero en su lugar encontró una botellita con una calavera y dos tibias. Y, como si fuera poco, ¡estaban tibias! En otro momento le hubiera causado gracia, pero no ese día no, ni a esa hora ni en ese lugar. ¿Alucinaba? Porque el terror estaba paralizándola, hasta ya no poder expresarse. Sus dedos estaban tiesos, su estómago, al punto de los nervios, también. Entonces lo observó como nunca antes. No era Erick. Su mirada sería otra. Otra muy diferente a esta tan sombría que la carcomía desde cerca... Ya no recordaba los ojos de luna de aquel amor: solo podía vislumbrar una mirada oscura, tan oscura como la boca de un lobo hambriento, que podía comerla con solo mirarla. Pudo ver las ojeras, la palidez... Era él, pero no era... Solo tenía el rostro de Erik, pero por dentro... ¿Quién era ese?
Sintió de pronto que alguien quería escribir una historia con aquello que le sucedía: dos nombres llegaron a sus labios «Damián y Andrea», como si alguien hubiera roto la pared de una cuarta dimensión. ¿Eran ellos quienes la acosaban con la imagen de Erick?
Sacudió su mente, de pronto, para salir del torbellino y siguió pensando en su estómago doliente frente al mar.
—¡Eso es! —se dijo—. He bebido agua de mar, estoy alucinan...
Y, extendiendo las manos hacia la figura del hombre que la acechaba... ¡Lo tocó! Estaba allí, real, tangible... horroroso. De un salto se arrojó al mar: las olas la cubrirían ... pero, ¿estaría a salvo?
—Te dije que corrieras, no que me tocaras.
Esa voz... Esa voz tan, tan...
—¿Creías que seguía siendo susceptible al agua? —rio el espectro.
Los dos eran escritores. Los dos se mecían entre sueños de páginas perdidas en el tiempo, no obstante, ninguno soñaba. Ese que suele mentir, decía, que les había robado los sueños. Los sueños de páginas blancas, pero llenas de letras que sólo ellos entendían. En su desconcierto, suspiró de manera profunda y, de repente, reaccionó. Erick era La Sombra.
—El agua me afecta solo cuando me baño, te lo recuerdo, solo cuando me baño. —Rio a carcajadas.
Y su tono sarcástico y la risa fatídica le helaron la sangre por enésima vez. Pero la helada sanguínea vino como un milagro inesperado en su ayuda: todo se tornó hielo, sus cabellos, el agua a su alrededor...
Sus piernas paralizadas estaban ante la presencia de aquel éter fantasma, helando cada partícula de su ser, cuya voz bramaba como aquellas olas del mar que había cobrado la vida. Y pensó: «¿Y si elijo mi propia historia? ¿Y si, según para quién, esto es comedia, terror o aventura?». Era suspicacia de una vida acortada sin cumplir su propósito. No había término que se definiera en ese rostro de antaño, torturado por el abismo de la muerte. ¿Era tangible, era visible? Era cierto: lo estaba viviendo... Era un naufragio de dos almas...
De pronto sus ojos quedaron pasmados mirando la pared. Buscó por todos lados como quien busca lo perdido... Dejo a un lado el teléfono celular y gritó: «¡Paaapeeeel!». Quería dejar plasmado toda su vida antes que esta lo dejara. «No puedo irme sin dejar mis vivencias, toda mi historia… No quiero que me olviden, papel, ¡papeeeel!».


(Versión en crudo)
Paola Vallejos
Era se una vez un hermoso ocaso frente al mar
Gema Lutgarda
Leila no podía dejar de contemplar aquel lienzo de colores que la envolvía cual boveda de luz y oscuridad mezclada. Sus ojos abiertos de par en par, el olor a salina bañando su cara, su mente colmada de reminiscencias de aquel tiempo...
Anto Mor
No podia olvidar , aquella mirada.... La luna le recordaba aquellos ojos, y en la brisa le parecia oir su voz
Kasandra Finol
todo estaba tranquilo alrededor de ella, aunque no imaginaba que a su espalda alguien la contemplaba.
Florencia Vaccani
De repente....
Andrea V. Luna
El corazón le dió un vuelco... No es que hubiera visto algo, ni que lo hubiera oído en realidad. Pero la presencia era demasiado fuerte.
Adelina Gimeno Navarro
Era él, intuía que su amor había ido a buscarla. Lo presentía, su piel se emocionaba y su corazón latía de amor...
Anto Mor
Pero ¿Como podria ser el ? . No. No podia... Un año atras, la muerte se lo habia arrebatado . Con el se fueron , su juventud y sus ganas de amar
Paola Vallejos
Seria un sueño? Un deseo? O a ella tambien le habia tocado la hora de caer en los brazos de la muerte?
Adelina Gimeno Navarro
Ojalá fuese aquella última opción que su pensamiento le indicaba. Pero no, era la que más dolería, verlo y no poder tocarlo.
Gema Lutgarda
Ya lo había sentido otras veces, pero no de forma tan tangible como ahora. Incluso podía oir su respiración confundida con la brisa, sentir el calor de su aliento en el cogote. Los poros de su piel se alzaron; hubiera querido levantarse, pero sus piernas eran pura gelatina... Se atrevió a pronunciar su nombre...
Andrea V. Luna
¿O sí? ¿O sí podría tocarlo quebrando el velo de la muerte?
Anto Mor
Pronunció temerosa pero anciosa : ¡Erick!
Adelina Gimeno Navarro
¿Erick? Preguntaba ahora, esperando contestación.
¿Eres tú?
Kasandra Finol
No, no soy ese tal Erick, soy quien vino a quitarte la vida por todo el daño que me hiciste... Te daré la ventaja, me gustaría verte correr.
Alvaro Panzitta
Y corrió y corrió pensando si aquello era tecnología alienigena o una mala digestión
Andrea V. Luna
Se tomó el l vientre: los nervios punzabab como mil demonios. ¿Qué haría? No podía huir. Y tomó la decisión que cambiaría su vida para siempre.
Alvaro Panzitta
Por primera vez, pidió perdón...
Adelina Gimeno Navarro
Aquello no podía ser verdad. No podía estar muriendo. Los dolores iban en aumento y entonces recordó lo que había comido...
Alvaro Panzitta
Vainillas con puré de manzana, exquisito, pero si se exageraba...
Silvina Dabini
Quiso tomar un medicamento, lo buscó en su botiquín, pero en su lugar encontró una botellita con una calavera y dos tibias.
Alvaro Panzitta
Y como si fuera poco ¡estaban tibias! en otro momento le hubiera causado gracia, pero no ese día no a esa hora ni en ese lugar
Damián Martino
Porque el terror la paralizaba, ya no podía expresarse. Sus dedos estaban tiesos, su estómago, al punto de los nervios, también. Entonces lo observó como nunca antes. No era Erick. Su mirada sería otra. Otra muy diferente a ésta tan sombría que la carcomía desde cerca...
Anto Mor
Ya no recordaba los ojos de luna de aquel amor.... Solo podia vislumbrar una mirada oscura...tan oscura como la boca de un lobo ambriento, que podia comerla con solo mirarla...
Andrea V. Luna
Pudo ver las ojeras, la palidez... Era él, pero no era... Solo tenía el rostro de Erik, pero por dentro... ¿Quién era ese?
Alvaro Panzitta
Sintió de pronto que alguien quería escribir una historia con aquello que le sucedía, dos nombres llegaron a sus labios "Damián y Andrea", como si alguien hubiera roto la pared de una cuarta dimensión. ¿Eran ellos quienes la acosaban con la imagen de ERICK?
Sacudió su mente de pronto para salir del torbellino y siguió pensando en su estómago doliente frente al mar
"Eso es" se dijo "he bebido agua de mar, estoy alucinan..."
Andrea V. Luna
Y, extendiendo las manos hacia la figura del hombre que la acechaba... ¡Lo tocó!
Estaba allí, real, tangible... horroroso.
Florencia Vaccani
De un salto se arrojo al mar... las olas la cubririan ...y estaria a salvo?
Alvaro Panzitta
"Te dije que corrieras no que me tocaras"
Anto Mor
Esa voz.... Esa voz tan , tan....
Alvaro Panzitta
"¿Creías que seguía siendo susceptible al agua?" rió el espectro.
Damián Martino
Los dos eran escritores. Los dos se mecían entre sueños de páginas perdidas en el tiempo, no obstante, ninguno soñaba. Ése que suele mentir, decía, que les había robado los sueños. Los sueños de páginas blancas, pero llenas de letras que sólo ellos entendían. En su desconcierto, suspiró de manera profunda y, de repente, reaccionó. Erick era La Sombra.
Alvaro Panzitta
"El agua me afecta solo cuando me baño, te lo recuerdo, solo cuando me baño" rió a carcajadas
Andrea V. Luna
Y su tono sarcástico y la risa fatídica le heló la sangre por enésima vez.
Alvaro Panzitta
Pero la helada sanguínea vino como un milagro inesperado en su ayuda, todo se tornó hielo, sus cabellos, el agua a su alrededor...
Francy Rios Brito
Paralizada estaban sus piernas ante la presencia de aquel éter fantasma, helando cada partícula de su ser, cuya voz bramaba como aquellas olas del mar que habia cobrado la vida
Alvaro Panzitta
Y pensó "¿y si elijo mi propia aventura?" "¿y si según para quien esto es comedia, terror o aventura?"
Francy Rios Brito
Era suspicacia de una vida acortada sin cumplir su propósito. No habia termino que se definiera en ese rostro de antaño, torturado por el abismo de la muerte. ¿Era tangible, era visible? era cierto, lo estaba viviendo...
Era un naufragio de dos almas...
Jose Luis O
De pronto sus ojos quedaron pasmado mirando la pared buscó por todos lado como quien busca lo perdido... dejo a un costado ... el celu y grito paaapeeeel....
Graciela Pablo
Quería dejar plasmado toda su vida antes que está lo dejará, no puedo irme sin dejar mis vivencias, toda mi historia, no quiero que me olviden, papel, papeeeel.

¡Sígueme!